Cuando entendí que todo estaba en la tierra, mi vida dio un giro hacia mi Origen. 

Muchas veces me preguntaba ¿En dónde está Dios? Los que me conocen saben que yo duré casi 10 años como terapeuta espiritual y Ayurvédica, pero en ese camino algo me hacía falta. Era y soy muy consciente del tema espiritual y claramente creo en Dios, en la Madre María, en Jesús, en los ángeles y en diferentes maestros de otras creencias espirituales, creo en el AMOR y es la base de mi espiritualidad; pero muchas veces y como seres humanos que somos, queremos ver la energía, la magia, los milagros y el amor de Dios en el aquí y el ahora. 

Yo soy Ecóloga de profesión y de misión de vida y desde muy chiquita estoy conectada con la naturaleza, la veía desde otro punto de vista o eso creía, tanto que no llegue a ejercerla como tal, porque sentía que me gustaba cuidarla, sentirla y nutrirme de ella desde su alimento hasta de su energía, pues para mí la naturaleza ha sido y  será pura medicina y ningún trabajo se asemejaba a lo que yo sentía. 

Mi admiración por las hierbas y las especias para manejar diferentes aspectos del cuerpo, la mente, las emociones,  admirar la simplicidad  de la naturaleza a través de sus colores, formas, aromas me llevan a un mundo lleno de espiritualidad y al mismo tiempo  tangible, un mundo al cual se puede sentir, cuidar y beneficiarse mutuamente con amor y respeto. 

Y fue aquí en donde comprendí que la naturaleza es la medicina de Dios acá en la tierra, a cada una de las plantas le dio un propósito para acompañar al ser humano en la aventura llamada vida. Es aquí en donde me doy cuenta que Dios no solo está en mi corazón, está en toda la inmensidad que nos rodea, en los árboles, ríos, mares, flores, plantas, animales, en el aire, en el cielo, en cada ser humano, en todo el Planeta Tierra. 

Es por eso que te invito a emprender este camino de la Ecología Espiritual conmigo, a que te conectes con la energía de las plantas y sientas que en cada una de ellas, habita la energía de Dios. 

Gracias por leerme y gracias por estar aquí. 

Con amor, 

Adriana Yanet